domingo, 29 de mayo de 2016

[Fanfic de Star Wars] Seguidores del Imperio - Capítulo Uno

Hola a todos!

No es la primera vez que hablo de Star Wars en una entrada del blog, y es que sin duda, como amante de esta saga la idea de explotar al máximo su enorme universo expandido es muy tentadora, siempre he querido escribir algún relato basado en dicho universo, y así fue como se me ocurrió la idea de escribir este fanfic de tres capítulos con personajes originales, situado entre "La Venganza de los Sith" y "Una Nueva Esperanza", así que aquí os dejo con el primer capítulo y espero que os guste ^-^

Star Wars: Seguidores del Imperio - Capítulo uno: Siguiendo mis ideales

Una noche más como otra cualquiera en la que me tocaba llevar a cabo la misma tarea de siempre, empezaba a estar algo cansado de ello y deseaba ganarme su confianza de una vez por todas para que pudiera confiarme algún trabajo más emocionante, pues estaba aborreciendo ya bastante la aburrida tarea de vigilar, siempre consistía en lo mismo, quedarme fuera con los ojos bien abiertos por si se acercaba alguien sospechoso con aparentes intenciones de interrumpir los negocios que mi compañero estuviera llevando a cabo dentro, normalmente en tabernas de mala muerte, almacenes viejos o hangares abandonados.

Esta vez había tocado en una pequeña taberna en los barrios bajos de Coruscant, justamente el planeta que peores recuerdos me traía, posiblemente el lugar de toda la galaxia que menos ganas tenía de visitar, pero así eran las cosas en estos tiempos que corrían, no tenía mucho derecho a protestar al fin y al cabo, y si quería permanecer con él, no tenía otro remedio que callar y obedecer.

Por si no fuera ya suficiente incómodo estar en aquel lugar, todavía me ponía más nervioso con cada persona o criatura que se cruzaba en mi campo de visión, pues me encontraba en la esquina de un callejón donde tenía buena visibilidad, desde allí veía perfectamente la entrada de la taberna, veía quien entraba y quien salía, y en caso de ver a alguien sospechoso, tan solo tenía que avisarle por el comunicador que tanto él como yo llevábamos en la oreja, al menos era el único aparato que me había prestado el cual llegaba a utilizar en nuestras misiones, ya que recientemente por fin me había prestado un pequeño bláster, pero de momento, no había tenido que utilizarlo.

Como era de esperar, un lugar como aquel era siempre frecuentado por todo tipo de especies procedentes de diferentes planetas y sistemas, los barrios bajos de Coruscant siempre habían servido como escondite y refugio para delincuentes y criminales, los cuales algunos pasaban a convertirse en mercenarios y cazarrecompensas para ganarse la vida, y sin ninguna duda, aquel había sido siempre un buen lugar para que los seres de esa calaña encontraran trabajo a su medida, principalmente misiones que no cualquiera aceptaría.

Por suerte, no parecía que fuera a estar esperando mucho más tiempo, acababa de ver a mi compañero salir de aquella taberna, miró hacia ambos lados de la calle como siempre para asegurarse de que todo estaba en orden, y empezó a caminar con disimulo hacia el callejón donde me encontraba esperándole.

- ¿Y bien? - no le pregunté hasta que no consideré que se encontraba lo suficientemente cerca como para que nadie pudiera escuchar nuestra conversación.

Aun así, mi compañero volvió a mirar tanto a derecha como a izquierda, se aseguró también de que aquel callejón donde había estado esperándole se encontrara totalmente despejado, y cuando finalmente centró su atención en mí, me respondió.

- Al parecer esta misma media noche, una banda de piratas tiene intención de hacer negocios con los de arriba, contrabando de armas según me ha dicho, así que nuestro cliente nos ha contratado para que impidamos el encuentro, nos apoderemos de las armas, y después ya veremos lo que hacemos, aunque por las pintas que tenía... me da la sensación de que su intención es entregarlas al pueblo, ciertamente no me importa lo que haga con ellas, prefiero que esas armas caigan en manos de cualquiera y puedan defenderse con ellas antes de que las tengan los cabeza-cubos.
Tras explicarme nuestra próxima misión, mi compañero volvió a mirar a su alrededor asegurándose de que nadie tenía su atención puesta en nosotros, su rostro era tan serio como de costumbre, aunque a decir verdad, me había hecho ya una ligera idea de que los de su especie aparentaban siempre ser así, pues se trataba de un zabrak adulto, con sus característicos y pequeños cuernos en su cabeza, su piel era de una tonalidad marrón ni muy oscura ni muy clara, era de constitución robusta, y en cuanto a su vestimenta, bajo aquel poncho viejo y andrajoso que solía llevar puesto por encima, acostumbraba ocultar una no muy gruesa armadura sobre la que siempre vestía prendas con tonalidades de camuflaje.

- ¿Vamos a robarle al Imperio? - fue la primera pregunta que me vino a la mente, intenté ocultar mi pequeño tartamudeo pero estaba seguro de que mi compañero se habría percatado de él.
- Claro, ni que fuera la primera vez que lo hacemos... - dejó de mirar a nuestro alrededor para responderme con indiferencia. - ¿Qué pasa? ¿Es que no te ves preparado? Si no quieres hacerlo ya sabes que eres libre de marcharte cuando quieras.

Pero no me vi con fuerzas de responder, tan solo me limité a asentir y desviar mi mirada hacia otro lado, entonces con un gesto de su cabeza me indicó que nos pusiéramos en marcha, así que en silencio y sin protestar, empecé a caminar tras él mientras avanzábamos por aquellas mugrientas y malolientes calles de los barrios bajos de Coruscant.

Era en momentos así cuando me preguntaba a mí mismo como era posible haber terminado así, pero eran tiempos difíciles o al menos eso era lo que solía decirse, yo no había tenido muy buena suerte en estos últimos años, pero tampoco consideraba que las cosas estuvieran ahora tan mal como decían, siempre quise pensar que este gran cambio sería para ir a mejor, nunca me gustó demasiado la forma en que la República llevaba las cosas en su día y tenía esperanza de que con el Imperio todo fuera a mejor, aquel fue el ideal que mis padres intentaron siempre inculcarme, un ideal por el que llegaron a dar sus vidas, de todo aquello hacía ya tres años, cuando yo tan solo tenía once, tres años desde el día en el que los ya poco nombrados jedis atentaron contra la vida del que ahora era el actual Emperador del Imperio Galáctico, tres años del final de la República que conocíamos, acontecimiento que sin duda trajo demasiado revuelvo y demasiadas manifestaciones, el pueblo tomó las calles, había división de bando y opiniones, y fue entonces cuando mi vida cambió, cuando mis padres dieron su vida por defender los ideales del recién nacido Imperio, mis padres creían en él, creían en una posible mejor vida, siempre habían pensado que era lo que esta galaxia necesitaba y guiados por ese ideal siguieron hasta el final, pero aquel día la suerte no estaba dispuesta a sonreírles, pequeños grupos rebeldes en contra del nuevo gobierno habían tomado las calles, y fue entonces en aquel atentado cuando mis padres perdieron la vida.

Odiaba a la República, aunque ya no existiera, pero frecuentar zonas como aquella me ayudaba a enterarme de que todavía quedaban pequeños grupos rebeldes que deseaban que el antiguo gobierno volviera y que además cada vez más personas se unían a la causa, era en momentos así cuando me encontraba realmente perdido, como si estuviera en el bando equivocado, ¿tan terrible era estar a favor del Imperio? Yo no lo veía así, pero también era cierto que en estos tres años había tenido que espabilarme, me quedé completamente solo, y tuve que ideármelas como pude para sobrevivir, aunque aquello significara ocultar mis ideales imperialistas, ya que no tardé mucho en darme cuenta, de que sobreviviría más tiempo si así lo hacía y que también evitaría ganar enemistades.

Fue entonces cuando conocí a Brishnak, el zabrak que ahora mismo caminaba delante de mí, él me acogió cuando no tenía ninguna obligación de hacerlo, a regañadientes pero lo hizo, tal vez le di lástima al ver que no tenía a donde ir y que no duraría mucho tiempo más si continuaba vagando solo por las calles, y a pesar de que sabía que no era más que un cazarrecompensas que se ganaba la vida aceptando encargos de todo tipo, cualquier cosa era mejor que continuar solo, aquella era mi única y mejor opción si quería sobrevivir.

Desde entonces mi vida cambió, pues dentro de lo que cabía siempre había llevado una vida bastante tranquila junto a mis padres, no tenía mucho de lo que quejarme, y aunque después de tres años junto a Brishnak todavía continuaba siendo un niño cualquiera de raza humana, al menos ahora era un niño que había aprendido a sobrevivir gracias a aquel zabrak, me había enseñado a espabilarme, a robar, a mentir, e incluso me había enseñado a defenderme un poco, lo justo, supongo que para que pudiera valerme por mí mismo y no ser una carga para él, pero al menos, al fin y al cabo con el paso del tiempo parecía que me había convertido en su socio, o al menos, quería pensarlo de aquella manera y esperaba que él también me viera así.

Entonces finalmente abandonamos aquellas calles, todavía era temprano pero tampoco era plan de estar perdiendo el tiempo, no quise preguntar pero estaba prácticamente convencido de que nos dirigíamos al lugar donde se llevaría a cabo el contrabando de esta noche, algo apartado de los barrios bajos por lo que parecía, pues acabábamos de adentrarnos en una zona algo más industrial, por allí no vivía nadie, tan solo habían almacenes y algún que otro hangar, así que no me cabía la menor de que nos encontrábamos en el lugar acordado.

De pronto, cuando me encontraba algo distraído observándolo todo a mi alrededor, vi como mi compañero me hacía un gesto con su mano en señal de que disminuyera la marcha, entonces nos agachamos para no ser vistos y en silencio nos dirigimos a ocultarnos tras unos contenedores.

- Piratas weequay... debí habérmelo imaginado. - pude ver como un gesto no muy agradable se dibujaba en el rostro de mi compañero, lo cual me hizo entender que mucha gracia no es que le hiciera que aquella banda estuviera detrás de todo.

Desde nuestro escondite más o menos teníamos bien controlada la situación, desde allí podíamos ver a un pequeño grupo de piratas weequay vigilando la entrada de un almacén donde seguramente guardarían las armas para el contrabando, la mayoría de ellos iban bien equipados con pesadas vestimentas de camuflaje y portando en sus manos blásters de todo tipo por si en cualquier momento tuvieran que hacer utilidad de ellos, notándose con ello a simple vista que realmente se trataba de un grupo de piratas bien entendido en el mundillo de las armas.

- ¿Y ahora qué hacemos? Va a ser imposible entrar en el almacén y llevarnos las armas sin ser vistos, además, el Imperio tiene que estar al llegar.

Pero mi compañero no me respondió, continuaba con su mirada fija en aquel grupo de piratas, y a decir verdad ya llevaba un buen rato que le notaba algo diferente, no le veía como siempre, estaba como distraído aunque aquello fuera muy raro en él ya que no solía despistarse nunca en mitad de un trabajo, ¿le preocuparía algo? ¿tal vez no le agradaba la idea de que el Imperio estuviera involucrado en aquello? No era la primera vez que aceptábamos un trabajo con el Imperio de por medio, aunque de alguna manera esta vez parecía diferente, como si estuvieran más involucrados que en las ocasiones anteriores, ¿era tal vez eso lo que le preocupaba a mi compañero? En cualquier caso, no consideré que fuera el mejor momento para preguntarle.

- Esto es muy extraño... a pesar de que van bien preparados y se nota de bien lejos que están esperando a alguien, son muy pocos... y más teniendo en cuenta a quién están esperando.
- Pero tampoco tendría porqué salir mal, ¿no? Quiero decir... tan solo es un contrabando de armas con el Imperio... recogen el pedido, reciben la recompensa y se marchan.

Con mi respuesta de alguna manera había conseguido que Brishnak dejara de mirar al frente y centrara su atención en mí, parecía que quería decirme algo pero finalmente de su boca terminó por no salir ni una sola palabra, además de que fue entonces en ese momento, cuando algo que acababa de aparecer en escena atrajo completamente nuestra atención.

Volvimos a mirar al frente de inmediato en cuanto un sonido ensordecedor que se acercaba empezó a apoderarse de nuestros oídos, no es que se tratara de una nave muy grande, pero allí enfrente del almacén algo estaba aterrizando, y para mí, que me había considerado desde siempre un gran seguidor en secreto del Imperio, tardé escasos segundos en reconocer que se trataba de un transportador imperial.

- Esto no me gusta nada... - no comprendí las palabras de mi compañero el cual continuaba mirando al frente, pero tampoco iba a tardar mucho en entender a lo que se refería.

En cuanto aquel transportador aterrizó, las grandes puertas del almacén se abrieron para dar paso al que seguramente sería el líder de la banda de piratas, un weequay como otro cualquiera escoltado por otros dos bien equipados con blásters pesados.

Entonces los motores de aquel transportador se quedaron en el más absoluto silencio, en el mismo silencio en el que nos habíamos quedado todos los presentes como si estuviéramos esperando algo, un silencio que tan solo se vio interrumpido cuando de pronto su trampilla empezó a descender para que de inmediato un grupo de soldados de asalto imperiales empezaran a bajar por ella, todos enfundando sus respectivos blásters de asalto en sus manos.

No podía evitarlo, de alguna manera siempre que los veía sentía algún tipo de admiración hacia ellos, los veía como un icono de defensa de la galaxia, incluso siendo más niño había llegado a desear en más de una ocasión convertirme en uno de ellos cuando fuera mayor, luchar al lado del Imperio por una galaxia más justa, pero en esta ocasión era diferente, por algún motivo que todavía desconocía, no lograba sentir por ellos la misma admiración que sentía siempre, algo fallaba, algo que no tardaría en descubrir de qué se trataba, mismo motivo por el cual tal vez, Brishnak parecía estar tan preocupado.

Pero no solamente los soldados de asalto habían venido en aquel transportador, alguien más quedaba dentro, era de esperar que tendría que haber alguien encargado de darles las órdenes, alguien, que se encontraba ahora mismo bajando por la trampilla.

- ¿Qué está haciendo él aquí?... - la pregunta de mi compañero fue más bien un débil susurro, incluso juraría haber detectado cierto tartamudeo en su voz, como si de pronto se hubiera puesto más nervioso de lo que ya aparentaba estarlo.


Por suerte, no iba a tardar mucho en salir de dudas, con tan solo su presencia sentí que todo a mi alrededor se detenía, se me hizo un nudo en la garganta también, pues pese a que ya había escuchado hablar de él en varias ocasiones, era la primera vez que lo tenía ante mis ojos, y lo que tan solo con verle me transmitía, no era precisamente la idea perfecta que me había hecho si algún día llegaba a conocerle.

Entonces uno de los soldados de asalto se le acercó, deteniéndose a escasos pasos para dedicarle una pequeña reverencia de respeto.

- Estamos a la espera de nuevas órdenes, Lord Vader.

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