lunes, 20 de junio de 2016

[Fanfic de Star Wars] A escondidas del Imperio - Capítulo Uno

Buenas a todos! Llevaba ya varios días sin publicar nada en el blog así que ya iba tocando subir algo, y nada mejor que empezar con un nuevo fanfic el cual también constará de tres capítulos.

Lamento si se repite de nuevo la temática, pero llevo ya una larga temporada en la que me ha dado muy fuerte con Star Wars, y la idea de escribir sobre este maravilloso universo me atrae demasiado, y en esta ocasión, este nuevo fanfic estará centrado cinco años después de los acontecimientos ocurridos en "El Retorno del Jedi", siendo nuevamente una historia con personajes originales ideados por mí, así que sin más demora, os dejo con el primer capítulo~

Star Wars: A escondidas del Imperio - Capítulo Uno: Fugitivos

Ni siquiera era ya muy consciente del tiempo que llevaríamos allí, ¿dos semanas? ¿tres? ¿un mes tal vez? Como bien decían algunos de mis compañeros, lo mejor sería no pensar demasiado en ello, y más teniendo en cuenta lo agotador que ya era de por sí el planeta en el que nos encontrábamos.

Era la misma escena de cada día, me encontraba allí en aquel pequeño poblado formado prácticamente por tiendas de lona y tenderetes, rodeado por especies de todo tipo, cada uno de ellos ocupándose de sus propios asuntos después de haber llegado hasta allí desde diferentes rincones de la galaxia, mientras que yo, intentaba llamar la atención lo menos posible, evitaba el contacto o conversación con cualquiera de ellos mientras me ocupaba de mis tareas también, las mismas de cada día desde que habíamos terminado en aquel planeta tan desolador, pues me encontraba limpiando algunas de las piezas que había recogido en el día de hoy, comprobaba también si funcionaban o si al menos se encontraban en buen estado, ya que si quería intercambiarlas por otras piezas o mejor todavía, por algo de alimento, tenía que asegurarme bien de ello primero.

Entonces tan distraído me encontraba limpiando la arena que contenía un transmisor, que no me percaté de la llegada de uno de mis compañeros el cual acababa de dejar una pesada mochila sobre la mesa donde me encontraba trabajando.

- Nada... hoy no hubo mucha suerte... - por sus palabras y por su tono de voz, parecía que hoy no había vuelto de muy buen humor, y en parte le entendía, había podido comprobarlo por mí mismo, salir ahí fuera y regresar con algunas pocas piezas en buen estado era una tarea más difícil de lo que parecía. - Con un poco de suerte podré cambiarle un par de piezas a algún tonto de por aquí...

Con cierto aire malhumorado, empezó a desatarse el andrajoso turbante que cubría parte de su rostro y de su cabeza y lo dejó sobre la mesa. Se llamaba Clucktus, de raza humana al igual que yo, rondaría los cuarenta años, era alto y de constitución normal, ni muy delgado y ni tampoco aparentaba ser excesivamente robusto.

- ¿Y tú qué? ¿Has encontrado algo hoy? - cuando las palabras de aquel hombre iban dirigidas hacía mí, parecía como si de puñales se tratasen, me miró con la misma indiferencia de siempre, y la verdad, desde un principio que ya me dio a entender que nunca le gustó demasiado la idea de que su banda terminara recogiéndome.
- Bueno... en un viejo X-Wing he encontrado unos transmisores que parecen estar en buen estado, tal vez me den algo por ellos...
- Pues apresúrate, debemos volver a nuestra nave cuanto antes. - y volviendo a coger su mochila, dio media vuelta para buscar a alguien con quien intercambiar las piezas que había encontrado hoy, por lo tanto me vi obligado a apresurarme y hacer lo mismo también.

Pero mucha suerte no iba a tener hoy, nadie quiso intercambiarme los transmisores a pesar de que había hecho todo lo posible para intentar aparentar que se encontraban en el mejor estado posible, así que no tuve otro remedio que acudir a Unkar Plutt, un desagradable crolute el cual tenía su negocio allí montado en el Puesto de Avanzada de Niima, se encargaba de inspeccionar y recolectar las piezas que los chatarreros le ofrecían a cambio de algo de alimento, y no es que fuera muy generoso con ello precisamente, pues no esperaba más de media porción de comida a cambio de los dos transmisores, pero aquello era lo que había, protestar no serviría de nada con Unkar Plutt, o lo tomaba, o lo dejaba.

Entonces guardé la media porción en una pequeña bolsa de terciopelo que colgaba de mi cinturón y me marché de allí para reunirme con mi compañero el cual me esperaba fuera de aquella agrupación de tiendas de lona y puestos de venta de chatarra.

No iba a ser precisamente un paseo agradable hasta nuestra nave, nos habíamos asentado a unos cinco kilómetros del Puesto de Avanzada de Niima, en un pequeño oasis que tuvimos la suerte de encontrar al aterrizar en este planeta, y a pesar de que yo me había criado en otro planeta árido y desértico como este en el que nos encontrábamos, caminar sobre la arena bajo aquel sofocante Sol tras mi compañero el cual ni me dirigía la palabra, llegaba a ser algo bastante agotador.

- Vamos... no te quedes atrás, se supone que deberías estar acostumbrado a un clima como este. - las palabras de Clucktus sonaron tan frías como de costumbre, fue lo único que me dijo durante todo el camino, y a pesar de que me moría de ganas por tomar un pequeño descanso y beber un poco de agua, ni siquiera llegué a planteármelo seriamente con tal de no llegar a resultar una molestia para él.

Y dentro de lo que cabía, podría decirse que Clucktus llevaba razón con aquellas palabras, pues mi planeta de natal era Tatooine, me críe en Mos Eisley para ser más exactos, y a pesar de que era también un planeta cálido como Jakku, ni mucho menos alcanzaba sus altas temperaturas ni tampoco llegaba a ser ni tan árido ni tan desértico.

Pero poco más había que contar sobre mí, a pesar de lo dura que había sido siempre mi vida, estaba convencido de que muchos jóvenes de mi edad habían pasado por lo mismo, tenía dieciséis años y me quedé huérfano a los diez, mis padres no eran más que unos pobres granjeros los cuales no podían pagar los altos impuestos del Imperio Galáctico y acabaron pagándolo con sus propias vidas, entonces aquella banda de cazarrecompensas me encontró, y a pesar de que en un principio algunos miembros no estuvieron muy a favor de recoger a alguien tan joven, terminaron entrando en razón al ver que podían utilizarme como “chico de los recados”

Y así habían sido prácticamente mis últimos seis años, con el tiempo me fui ganando poco a poco la confianza de la banda, incluso ya me dejaban llevar un pequeño bláster aunque más bien me dio por pensar que lo hicieron para que pudiera defenderme yo solo y no resultar una carga, pero todo estaba bien, aquello era lo que había, no me veía en el derecho de protestar mucho después de que en su día se tomaron la molestia de haberme recogido.

El Sol empezaba a ocultarse ya entre las dunas cuando llegamos a nuestra nave, y la verdad es que siempre que la veía, me pregunta cómo era posible que todavía continuara funcionando, pues en un principio se trataba de un viejo y grande transporte de tropas de asalto que la Antigua República utilizaba en las Guerras Clon, y si digo “en un principio” es porque a lo largo del tiempo, había ido sufriendo diferentes modificaciones para poder adaptarla a largos viajes espaciales y por supuesto que también contara con la capacidad de poder saltar a la velocidad de la luz.

Al llegar allí, algunos de los miembros de la banda se encontraban montando guardia, había un par de humanos, un trandoshano y nuestro droide de serie IG, todos iban bien equipados y armados con blásters de diferentes tipos, permaneciendo bien atentos por los peligros que aquel panorama desértico pudiera ofrecernos.

- Hogar dulce hogar... - las palabras Clucktus sonaron tan ásperas como de costumbre, nada más llegar, colocó su mochila sobre una mesa que habían montado allí fuera y sacó de ella un par de pequeños frascos que por lo que pude apreciar, contenían algún tipo de sustancia algo oscura que no supe identificar.
- No me lo digas... ¿Has cambiado las piezas de hoy por néctar knockback? - fue uno de los humanos de los que estaban montando guardia quien le preguntó, una pregunta que vino cargada con cierto aire de decepción, pero antes de obtener su respuesta, Clucktus abrió uno de los frascos para darle un trago lo suficientemente largo como para calmar su sed por completo.
- ¿Y qué importancia tiene? ¿Acaso has sido tú el que se ha pasado todo el día bajo el Sol rebuscando en la chatarra? - se secó la barbilla con la manga de su fina chaqueta sin importarle lo más mínimo la tierra que llevaba en ella, entonces fue cuando comprendí lo que ocurría, Clucktus había cambiado las piezas que hoy había recogido por dos frascos de néctar knockback, que por lo que tenía entendido, se trataba de una especie de bebida alcohólica que podría obtenerse al raspar los líquenes que creían en aquel planeta, y por lo que había escuchado, era la única bebida de ese tipo que podía obtenerse por allí. - Estoy más que harto de este basurero... - y cogiendo ambos frascos, se marchó de allí posiblemente no muy lejos pero sí lo suficiente para quedarse a solas sin que nadie pudiera molestarle mientras disfrutaba de su apreciada recompensa obtenida en el día de hoy.

No cabía la menor duda de quien era la “oveja negra” del grupo, me quedé mirando como se marchaba mientras que aquel hombre que había intentado plantarle cara se me acercó.

- ¿Todo bien, muchacho? - se trataba del mandaloriano del grupo, frisaría la cuarentena de edad, alto, robusto, con su cabeza medianamente rapada y con una cicatriz no muy grande en su mejilla izquierda.
- Bueno... la verdad es que no hubo mucha suerte hoy, pero si me pongo ahora mismo a ello antes de que termine de ponerse el Sol tal vez encuentre alguna pieza útil en alguna nave estrellada de por aquí cerca.
- Olvídalo... podrías perderte y las noches pueden llegar a ser algo frías por aquí, anda pasa adentro... el jefe quiere verte. - que el jefe de la banda quisiera verme no sabía muy bien lo que podría significar, pero tampoco quise hacerle esperar demasiado así que me adentré en la nave con intención de comprobarlo.

Tal y como me imaginaba, se encontraba allí en la pequeña base de operaciones tan improvisada de la que nuestra nave disponía, sentado sobre una pequeña silla giratoria mientras observaba un panel de datos en el que aparecían diferentes planetas.

- Vaya... así que ya habéis vuelto. - a pesar de llevar ya unos seis años con él, para mí seguía siendo el mismo hombre enigmático del día en que le conocí, pues continuaba sin saber mucho sobre él, nunca nos había comentado gran cosa sobre su pasado ni tampoco conocíamos su planeta de origen, tan solo sabíamos con exactitud que había sido el responsable de formar esta banda de cazarrecompensas.

Se hacía llamar Snull, y tampoco estaba muy seguro de que fuera su verdadero nombre, pasaría claramente de los cuarenta años, al igual que el resto de compañeros también contaba con una constitución aparentemente fuerte, y por algunos rasgos de su rostro, podría afirmarse prácticamente que había llevado una vida dura de lucha constante.

- ¿Quería verme? - me acerqué tímidamente al no querer tampoco irrumpir mucho en lo que estuviera haciendo, así que aproveché para dejar mi mochila sobre un banco del interior de la nave y me desenrollé también el viejo trozo de tela que había utilizado como bufanda para protegerme de la arena.
- Siéntate. - con un leve gesto de su mano, me señaló un pequeño taburete que había frente a la mesa de mandos donde se encontraba, y asintiendo en silencio, me senté sobre él. - Veo que hoy no se ha dado muy bien, ¿verdad?
- Ciertamente no... además, ese apestoso crolute no es que sea muy generoso precisamente...
- Ya veo. - se le escapó un pequeño suspiro antes de continuar. - Sinceramente, tengo tantas ganas como tú de abandonar este planeta, estoy seguro de que los demás piensan igual, pero hasta que no nos aseguremos de que ya ha pasado el peligro, no podemos hacer mucho más, y en un planeta tan apartado como este estamos seguros, al menos por el momento.
- Pero no creo que a pesar de todo lo sucedido... el Imperio, o lo que queda de él, vaya a centrarse en perseguir a una banda de cazarrecompensas como nosotros, ellos todavía se encuentran en constante lucha con la Nueva República...

Un breve momento de silencio se apoderó del interior de la nave, lo cual me hizo dudar de si había dicho algo fuera de lugar.

- Todo eso ya lo sé... hace ya cinco años de la caída del Emperador, junto también a su mano derecha, Darth Vader. - hizo una breve pausa que aprovechó para lanzar un nuevo y breve suspiro el cual parecía arrastrar más de lo que aparentaba. - Pero a pesar de la muerte del Emperador, el Imperio continuó adelante, fueron muchos años bajo su mandato y numerosos planetas y sistemas se unieron a su causa como para no pensar que otra persona pudiera hacerse cargo en caso de que algo así llegara a suceder, un gobernador importante de algún planeta bajo el control del Imperio o tal vez algún almirante de confianza, sea quien sea, está claro que los tiempos del Imperio Galáctico, todavía no han terminado.

Después de aquella explicación, otro momento de silencio se interpuso entre nosotros, esta vez dando la sensación de que ambos lo necesitábamos.

- No creo que esta breve clase de historia sea el motivo por el que me ha llamado, ¿verdad?
- En efecto. - al menos con la pequeña sonrisa que se había dibujado en su rostro, pude permitirme el relajarme un poco. - Como ya te he comentado, aquí en Jakku pasamos desapercibidos trabajando como chatarreros, no es un planeta en el que el Imperio haya tenido nunca interés, pero tampoco podemos permitirnos el quedarnos aquí para siempre, debemos estar en constante movimiento, y por eso te he llamado, tengo en mente cierto planeta en el que ahora podríamos ocultarnos por un tiempo, tú lo conoces bien, y me gustaría que me dieras tu punto de vista acerca de lo seguro que pudiera resultar que nos escondiéramos allí.

Al terminar su explicación, volvió a encender el panel de datos que había visto nada más entrar en la nave y aparecieron una serie de planetas en él, y al haber recurrido a mí para ello, era de esperar que al menos, fuera a reconocer uno de ellos.

- Tatooine... - hacía tiempo que no sabía nada sobre mi planeta natal, demasiado tal vez, pero tampoco quise dejarme llevar por la nostalgia e inmediatamente las dudas empezaron a invadirme. - ¿Tienes intención de que nos escondamos allí?

La idea empezó a parecerme disparatada en cuestión de segundos, había pasado los diez primeros años de mi vida allí y no fue precisamente agradable del todo, además, en ciudades como Mos Eisley, acostumbraba a reunirse lo peor de la galaxia, desde cazarrecompensas peores que nosotros, asesinos a sueldo o despiadados fugitivos condenados en numerosos sistemas.

- Sé que tal vez puede resultarte algo doloroso pero... es la mejor opción que he encontrado hasta el momento, el Imperio nunca ha tenido control sobre el planeta y menos ahora, Tatooine siempre ha estado bajo la influencia de los Hutt, pero desde la muerte de Jabba... escuché que un tal Talon Karrde aprovechó la situación para hacerse con el poder, un contrabandista según tengo entendido, hombre de negocios... - hizo una breve pausa para aclararse la voz y continuó. - Sería por poco tiempo, un par de meses tal vez... y por ello te he llamado, necesito que me hables un poco más del planeta y saber si conoces algún lugar en Tatooine donde podamos permanecer ocultos por un tiempo.

Me vi en mi propio derecho de tomarme el tiempo necesario para pensar en ello, no era una decisión fácil, y no precisamente por los angustiosos recuerdos que me traía aquel lugar, sino más bien porque sabía de sobra la manera en la que funcionaban las cosas por allí.

- Aquello no va a ser mejor que esto... - dije finalmente con un fino hilo de voz. - E incluso me atrevería a decir que nos encontraríamos con más peligros que aquí...
- Pero sigue siendo un planeta lejos de los dominios del Imperio, los Hutt no están interesados en nosotros, y ese tal Karrde tampoco, y quien sabe, tal vez incluso hasta nos pueda ofrecer algo de ayuda, a cambio de un elevado precio, claro...

De nuevo, vi necesario detenerme a pensar en ello, tenía bien claro que nuestros días en Jakku ya estarían contados, habíamos estado más de un mes haciéndonos pasar por simples chatarreros para pasar desapercibidos, y a decir verdad, aunque desconocía cual sería la situación actual de Tatooine después de tanto tiempo, en cierto modo empecé a sentir cierta curiosidad por ello.

- ¿Tengo al menos esta noche para pensármelo? - a pesar de que se trataba de un tema serio, juraría haber visto una nueva y pequeña sonrisa dibujándose en el rostro de Snull antes de responderme.
- La tienes, pero me gustaría escuchar tu respuesta mañana al amanecer, por el bien de la banda más que nada... no nos conviene quedarnos mucho más tiempo por aquí, confió en ti, Nowel.

Iba a ser una noche larga, de eso no me cabía la menor duda, al menos no me tocaba montar guardia, pero aun así, sabía que iba a pasarme gran parte de la noche despierto pensando en lo que mañana le diría a Snull, de ello dependería nuestro siguiente destino, o tomábamos rumbo a Tatooine temporalmente, o nos tocaría buscar una nueva ruta de escape.

Entonces escuché una voz que me llamaba, era algo que no me había pasado nunca, no conseguí reconocerla, sonaba tan débil, tan lejana... ni siquiera tampoco era capaz de describir si me hacía sentir bien o mal, aquella sensación era algo tan nuevo para mí, que todavía no era capaz de asimilar...

Y de pronto desperté, al igual que si hubiera despertado de una pesadilla, empecé a notar mi frente empapada de sudor al igual que también lo estaba mi cuello, tenía la boca completamente seca, sentía mi pulso algo acelerado, y al menos, aquel plácido panorama nocturno que de pronto me encontré ante mis ojos, consiguió calmarme un poco.

Acostumbraba a dormir en la cabina de nuestra nave, estirado sobre el asiento del copiloto, y por ello, lo primero que vi al abrir los ojos fue la estrellada noche de Jakku tras el cristal, fue entonces cuando recuperé un poco la compostura, cuando fui algo más consciente de lo que acababa de pasar, ¿había sido un sueño? No lo sabía, había llegado a parecerme demasiado real, pero una cosa tenía bien clara, me sentía como si realmente aquella voz hubiera intentando transmitirme un mensaje, algo que en cierto modo hacía que un escalofrío recorriera mi cuerpo al recordarlo, pues por lo que pude entender de aquella visión y de aquellas palabras, alguien, estaba pidiéndome que volviera a Tatooine.

Capítulo Siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario